Por fin, después de 16 meses,
muchas horas de trabajo y unos 60 artículos de difusión en este blog, he
conseguido finalizar mi proyecto final de carrera de arquitectura. Proyecto
que, afortunadamente ha sido valorado positivamente (8,notable alto, no vamos a
ocultarlo sino estar orgulloso de ello para las valoraciones que se suelen
obtener) en la Escuela Técnica de Arquitectura de Madrid en la convocatoria de
Junio 2016, y con ello finalizar la carrera y ser eso que llaman arquitecto que
aún no se muy bien lo que significa o más bien espero que no signifique ser esa
figura de arquitecto endiosado, mal valorado por la sociedad, alejado de los
problemas reales de la vida cotidiana y únicamente preocupado por dejar su
firma personal en cualquier lugar y creerse que él sólo está mejorando la vida
de las personas.
Lo que sí es cierto que estoy
muy satisfecho con el resultado obtenido y la propuesta que realizo ya que se
han conseguido mantener los objetivos iniciales como conté en la primera
entrada de este blog. He evitado realizar un gran proyecto de arquitectura (ese
gran museo, esa gran infraestructura, que aún hoy en día tanto se fomentan en
las escuelas cuando no puede estar más alejado de la realidad. ¿Es que aún no
nos hemos dado cuenta de que ya se ha construido todo lo posible o al menos lo
necesario en este país? ¿Acaso no debemos preguntarnos que la profesión ha de
reinventarse y acoplarse a las necesidades actuales? Un médico siempre será
necesitado por pacientes e incluso un frutero siempre venderá más o menos fruta
porque la gente la consume diariamente. ¿Pero un arquitecto espera construir de
contínuo mas y más viviendas y más y más centros de congresos etc.? Yo no lo
creo, y no sólo no lo creo sino que espero que no sea así. Más que nada porque
eso significaría cargarnos aún más nuestro mayor patrimonio, la naturaleza, de
incalculable valor histórico, ambiental...